LAZARILLO DE TORMES.
Comentario de texto: "El jarro de vino".
LOCALIZACIÓN
El
fragmento que vamos a comentar pertenece a El Lazarillo de Tormes, una
novela picaresca anónima publicada en 1554. Nos encontramos, pues, a mediados
del siglo XVI, en el periodo conocido como Renacimiento.
Este
periodo está caracterizado por el surgimiento de los estados modernos; además,
España se convierte en un gran Imperio tras el descubrimiento de América y el
nombramiento de Carlos I de España como rey de Alemania convirtiéndose así en
Carlos V. Su reinado supuso para España una apertura cultural, intelectual y
artística respecto a las corrientes europeas. Pretendía unir todos los pueblos
de Europa en un solo reino pero este sueño no lo llevó a cabo principalmente
por las dificultades de unir pueblos con distintas ideologías: protestantes y
católicos.
La
segunda parte de este siglo fue gobernada por Felipe II que defendió el
catolicismo y España volvió a verse envuelta en un nuevo aislamiento.
Ideológicamente,
en este siglo se termina de afianzar el humanismo que antepone la razón al
sentimiento por lo que se separa lo natural de lo sobrenatural. El hombre es el
centro del universo y muestra una actitud vitalista frente a la vida.
Surge
una corriente nueva, el neoplatonismo, que busca la belleza idealizada de las
cosas. En este sentido el ideal de
belleza femenino se relaciona con una belleza física que refleja la belleza
interior, mientras que el ideal de hombre es aquél que sabe de armas y de
letras. Los autores buscan la perfección a través de una serie de tópicos:
locus amoenus, la edad de oro, carpe diem, collige rosas, beatus ille y tempus
fugit.
El
Renacimiento en España tiene unas características propias. Por un lado, convive
lo tradicional con lo moderno, es decir, junto con el octosílabo se emplea el
endecasílabo, y junto al villancico y el romance se usa el soneto, la lira o la
égloga. En cuanto a la idealización de la realidad, algunos autores españoles
reflejan la realidad del momento, es el caso de El Lazarillo de Tormes, dentro
de la picaresca.
También
es necesario distinguir dos tipos de renacimiento literario: en la primera
mitad del siglo se da un renacimiento pagano, humanista e italianizante; en la
segunda mitad la literatura vuelve a temáticas religiosas.
En
cuanto a la obra a la que pertenece este fragmento que estamos comentando, se
trata de la primera novela moderna. Presenta una serie de características que
la diferencian de la novela idealista que se escribía en ese momento:
ü Se muestra la realidad
frente al idealismo.
ü Se refleja la vida
cotidiana de una época.
ü La acción se
desarrolla en un lugar y tiempo concreto.
ü El protagonista
evoluciona psicológicamente.
El Lazarillo se
publica por primera vez en 1554 (Burgos, Alcalá de Henares y Amberes) y será incluida
en el Índice de libros prohibidos de la época. El autor pretendía hacer
una crítica de la sociedad, especialmente
de la nobleza y del clero. Criticaba también la ausencia de valores morales y
religiosos; la hipocresía social: crueles mendigos, curas faltos de caridad y
moral; otro grupo social al que pretende poner en entredicho es a los hidalgos
venidos a menos, que prefieren morir a trabajar para defender su limpieza de
sangre y su honra.
GÉNERO
Se trata de un texto narrativo que
pertenece al subgénero de la novela. En este
siglo se dan dos tipos de novelas: por un lado novelas idealistas: de
caballerías, pastoril, morisca, bizantina; por otro lado surge la novela
realista: picaresca.
En las novelas idealistas nos
encontraremos con unos personajes planos que no evolucionan con la experiencia;
además el ritmo de la acción es lento: la trama principal se interrumpe con otros
relatos, poemas o descripciones; reflejan un tiempo indefinido, irreal o mítico;
el paisaje que se describe está idealizado y son lugares exóticos o
legendarios; por último, el argumento es bastante simple: lances caballerescos,
idilios amorosos y aventuras fantásticas.
La novela
picaresca presenta una serie de características que la diferencian de la
novela idealista y que la convierten en la referencia de la novela realista
española de todos los tiempos: se trata de un relato autobiográfico cuyo narrador
es el propio protagonista de la historia; la narración sigue un orden
cronológico y, como personaje principal nos encontramos con un pícaro, es
decir, un ser de clase social baja, casi un delincuente que acaba ascendiendo
socialmente y que evoluciona psicológicamente a lo largo de la historia. El
protagonista es un vagabundo que se mueve inducido por el hambre; busca la
manera de mejorar su vida. Se convierte así en un antihéroe ya que carece de
ideales.
CONTENIDO
Y TEMA
A lo largo de los siete tratados que
forman la novela, Lázaro nos cuenta su miserable vida: hijo de un ladrón y una
lavandera, se queda huérfano de padre siendo muy niño. Al no poder mantenerlo,
su madre se lo entrega a un ciego que será el primero de sus amos. Con el paso
del tiempo servirá a otros muchos amos: un clérigo avariento, un escudero, un
fraile de la Merced, un alguacil, etc.; hasta que finalmente se casa con la
criada y protegida de un capellán de Toledo que le ayuda a conseguir el
"honroso" oficio de pregonero y que le es infiel. La novela termina
con la irónica afirmación que el protagonista hace de haber tenido mucha suerte
en la vida.
A lo largo de los siete tratados se
desarrollan una serie de temas:
n La realidad social: sistema de valores
equivocados. Problemas sociales y económicos. Pobreza y miseria.
n El hambre: los
tres primeros tratados se centran en este tema.
n La honra:
comportamiento social negativo, falsas apariencias (capítulo del escudero)
n El anticlericalismo:
la hipocresía de las prácticas religiosas externas, la crueldad, la falta de
caridad, la avaricia, el engaño y la lascivia.
En este fragmento se cuenta un
episodio ocurrido cuando Lázaro está al servicio de su primer amo, un ciego.
Este trata de averiguar cómo Lázaro se bebe a escondidas el vino de su jarra. Lázaro
recurre a una pajita para beber el líquido y hasta llega a hacer en la parte de
abajo un agujero que tapa con cera. El ciego sospecha algo y se da cuenta del
engaño, así que decide vengarse rompiéndole el jarro en la cara de Lázaro, que
se quedó sin dientes desde entonces.
Como se ve, este episodio nos puede
servir para comentar tanto la intención del autor como los temas de la obra
(principalmente el tema del hambre y la realidad social). La lección brutal del ciego es el primer aviso de lo que
le espera a Lázaro: un trato degradante en la vida que le impide convertirse en
una persona decente. Por eso el libro, además de ser una crítica contra la
iglesia, es una crítica contra una sociedad que humilla a los más débiles y humildes. Esto se ve
en el trato que Lázaro recibe de los siete amos a los que sirve (un ciego, un
clérigo, un escudero, un fraile, un capellán, un vendedor de bulas, un
arcipreste).
ESTRUCTURA
El libro está formado por siete
tratados, en el primero se nos muestran las circunstancias personales del
protagonista y cómo llega a manos de su
primer amo, el ciego. En el segundo conoce a un clérigo con el que se va a vivir y al que se verá obligado a robar
para poder comer. En el tercero, su amo será un escudero que aparenta un status
social que no tiene y que también hará pasar hambre a Lázaro. En el cuarto,
acompañará a un fraile. En el quinto, su amo es un buldero que le enseñará cómo
se engaña al pueblo analfabeto para obtener un beneficio. En el sexto, caerá en
las manos de un capellán con el que ganará una pequeña fortuna y podrá
comprarse ropa. Por último, en el séptimo, conocerá a un arcipreste con cuya criada se casa.
Este fragmento corresponde al primer
tratado y está formado por cinco párrafos de distinta dimensión y en donde se
combina el diálogo, marcado con guiones o comillas, con la narración. En los tres primeros
párrafos se nos cuenta cómo Lázaro se las ingenia para beberse el vino del Ciego
y cómo al final este lo descubre pero no le dice nada. Los dos siguientes tratan
de cómo pasados unos días, el ciego se venga de Lázaro dejando caer el jarro de
vino sobre su cara. Las dos últimas líneas muestran la gran maldad del Ciego al
decirle que aquello que lo enfermó también lo sana.
Si hablamos de la estructura
narrativa, el planteamiento corresponde al
primer párrafo (l. 1-16) en el que se nos presenta a los personajes y el
conflicto (el Ciego se da cuenta de que cada vez hay menos vino); el nudo (l. 17-28) corresponde a los tres siguientes
párrafos donde el Ciego descube lo que hace Lázaro y se venga de él. La conclusión la encontramos en los dos últimos párrafos
(l. 29-36) en los que se nos dice lo que le sucede a Lázaro tras la venganza
del Ciego.
ELEMENTOS
DE LA NARRACIÓN
Una vez analizado el contenido del
fragmento vamos a comentar los elementos propios de la narración que en este fragmento se dan.
En primer lugar, tenemos al narrador, en este
caso es el propio personaje, se trata de un narrador interno protagonista en
primera persona que cuenta lo que le pasó con el ciego cuando intentaba beberse
el vino de su jarra (l. 2-3, Mas duróme
poco, que en los tragos, conocía la falta, y por reservar su vino a salvo…)
Los personajes
de este fragmento son Lázaro, el protagonista de la novela, y, como personaje
secundario, su primer amo, un ciego que le enseña a ser desconfiado y a
agudizar el ingenio para obtener algún provecho. En cuanto a la
caracterización, la del ciego se realiza de forma directa, por lo que comenta
de él el narrador, y de forma indirecta, a través de lo que dice en el último
párrafo (l. 35-36, "¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud".);
mientras que la caracterización de Lázaro se realiza de forma directa por lo
que el narrador, es decir él mismo, dice de él.
Lázaro es un pícaro ingenioso
que engaña y busca la forma de obtener su propio beneficio (l. 4-6: yo con una pajas larga de centeno que para
aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando
el vino, lo dejaba a buenas noches; l. 17: No diréis, tío, que os lo bebo yo).
El Ciego es astuto y no tiene
escrúpulos, es un hombre duro que no duda en hacer daño para defender lo suyo
(l. 2-4: Mas duróme poco, que en los
tragos, conocía la falta, y por reservar su vino a salvo, nunca desamparaba el
jarro, antes lo tenía por el asa asido; l. 18-19: Tantas vueltas y tientos dio al jarro,
que halló la fuente y cayó en la burla; l. 24-26: con toda su fuerza, alzando con
dos manos aquel dulce y amargo jarro, le dejo caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con
todo su poder; l. 33-34: Lavóme con vino
las roturas que con los pedazos del jarro
me había hecho, y sonriéndose decía:...)
Solo en dos ocasiones se escucha la
voz de los personajes a través del estilo directo
que viene marcado por guiones o comillas. (l. 17, 35-36).
Hay una única
acción, el engaño de Lázaro y descubrimiento por parte del Ciego. La
acción es lineal y hay saltos
en el tiempo como observamos en la fórmula Y luego otro día (l. 20)
La acción se desarrolla en un espacio real y exterior, suponemos que en el campo o
bien a las afueras de la ciudad (l. 11-13, al
tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre las piernas del triste
ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos; l. 27-28, verdaderamente me pareció que el cielo, con
todo lo que en él hay, me había caído encima…).
En cuanto al tiempo, no se especifica pero sí sabemos que no ocurre
en un solo día, por lo menos pasaron tres (l. 20, Y luego otro día).
Por último, distinguiremos
entre el receptor externo y el interno. Este último es el narratario, y en esta
obra es “Vuesa merced” al que Lázaro cuenta su caso.
LENGUA
Y ESTILO
Para terminar este comentario vamos a
analizar los aspectos relacionados con el uso de la lengua y el estilo empleado
en esta novela.
Lo primero que es de destacar es que a
pesar de la importancia que tiene en esta obra el diálogo, apenas lo
encontramos en este fragmento, el estilo directo, empleado para que los
personajes hablen por sí mismos y no a través del narrador, solo aparece en dos
ocasiones, en las líneas 17 y 35.
Se trata de un texto narrativo por lo que abundan los verbos y, en cuanto a su uso, observamos que en el
texto se utilizan los diferentes tiempos verbales según la finalidad o
intención de lo narrado. Podemos ver que en el primer párrafo se emplea el pretérito
imperfecto (línea 1: Usaba, comíamos; línea 4: había; línea 6: dejaba…) para
describir las acciones que, el Ciego y Lázaro, realizaban en el pasado de forma
habitual; el presente aparece en las partes dialogadas (línea 17, bebo, quitáis; línea 35, parece,
sana, da) e indica las acciones que se están realizando en el momento en
el que se habla. En el tercer párrafo se
emplea el pretérito perfecto (línea 18: dio, halló, cayó…) ya que se narran acciones terminadas.
En el cuarto párrafo se combina el pretérito imperfecto, para indicar lo que
hacía Lázaro antes de la venganza del Ciego (línea 20, solía; 21, estaba…), con
el pretérito perfecto con el que se narra lo que le hace el Ciego para vengarse
(línea 25, dejó; 27, pareció…). En el último párrafo también
se mezcla el uso del imperfecto con el pretérito perfecto, este último se
emplea en la enumeración de los hechos que le ocurren a Lázaro tras la caída del
jarro sobre su cara (línea 29, desatinó,
sacó; línea 30, metieron…) y el imperfecto para indicar las acciones que realiza
durante algún tiempo el Ciego para curar a Lázaro (línea 32, quería, cuidaba, regalaba…).
Curioso el empleo de la segunda persona del plural que
emplea Lázaro para hablar con el Ciego (línea 17, diréis, quitáis).
Entendemos que se utiliza como fórmula de cortesía y respeto que se le debía a
los mayores.
Otra cuestión a tener en cuenta es el hecho de que el
episodio está contado por Lázaro y en todo momento habla en primera persona
salvo en el párrafo 4º cuando parece que se distancia de lo que le ocurrió y
utiliza la 3ª persona para hablar de sí mismo (de manera que el pobre Lázaro, que de nada de esto se
guardaba, antes, como a otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente
me pareció que el cielo,). No sabemos si ha sido un descuido del autor o bien lo hizo a
propósito para mostrar ese distanciamiento de los hechos que se produjeron
quizá por el dolor que aún le causaba cuando lo contaba.
Observamos que para llamar a su primer
amo, Lázaro no emplea un nombre propio sino que se refiere a él como “ciego”,
quizá con ello el autor lo que pretende no es individualizar al personaje sino
representar a toda una colectividad que actuaban de la misma forma y así llevar
a cabo su crítica social.
También llama la atención el uso del
sustantivo tío (línea 17) para
referirse al ciego, palabra que ha modificado su significado a lo largo de los
siglos pero que parece que ya en este siglo se empleaba para dirigirse a
personas conocidas. Por último, encontramos el empleo de vocativos como en la
línea 35 (¿Qué te parece, Lázaro?)
Abunda el uso de adjetivos explicativos antepuestos al sustantivo como
en la línea 13, pobrecilla lumbre; línea
15, maldita la gota; línea 22, dulces tragos; línea 23, sabroso
licor; línea 25, dulce y amargo jarro;
línea 32, mal ciego.
Sobre la sintaxis,
podemos decir que nos encontramos con enunciados muy extensos donde se emplean
tanto oraciones subordinadas como coordinadas, lo que en ocasiones puede
dificultar la comprensión del texto. Apreciamos el uso de estructuras propias
del siglo XVI como el empleo del verbo haber por tener (línea 12, fingiendo haber frío) o el empleo del pronombre
con función de CD o CI detrás del verbo (duróme,
tornábale, tapábale, espantábase, Lavóme,..); también expresiones como muy de presto (rápido), tornábale (volver a dejar), acordé en el suelo del jarro hacerle (pensé
hacer …), el daño que me estaba aparejado
(que me esperaba), de todo su poder (fuerza)…;
otras construcciones que a nosotros nos llaman la atención son: en los tragos conocía la falta (líneas 2
y 3), no me aprovechaba ni valía (líneas
9 y 10); tomar de mí venganza (línea
24)…
Una de las características de la
picaresca es el empleo de un lenguaje sencillo y
llano que refleja la forma de hablar del pueblo, en este fragmento lo podemos
comprobar si tenemos en cuenta el uso abundante de la derivación de carácter
apreciativo a través de la sufijación: línea 1, jarrillo; línea 10, fuentecilla;
línea 13, pobrecilla; línea 29, golpecillo, jarrazo. Además, también encontramos sustantivos de uso
coloquial como en la línea 18 tientos,
línea 15: pobreto; y expresiones
del tipo moría por él (línea 9), lo dejaba a buenas noches (línea 6), asentaba su jarro entre las piernas (línea
7 y 8), maldita la gota que se perdía (línea
15), y el jarrazo tan grande (línea 29)… También se puede considerar rasgo
coloquial la mención al diablo que se hace en la línea 16 (Espantábase, maldecíase, daba al diablo…) Otro rasgo de
coloquialismo es el abundante polisíndeton que a lo largo del texto
encontramos (líneas 7, 8, 10, 32…)
Como podemos observar
se trata de una literatura sin muchos artificios aunque sí podemos encontrar
algunas metáforas como en la línea 2, besos callados (sorbos), línea 6, en la boca del jarro (parte abierta por donde se bebe). Comparaciones
como en la línea 4, que así atrajese a sí como; línea 19, disimuló como si no lo hubiese sentido. Encontramos
una antítesis en la línea 25, dulce
y amargo jarro; línea 35, lo que te
enfermó te sana y da salud. Hay frecuentes enumeraciones de acciones
como en las líneas 1 y 2 donde también se emplea el polisíndeton al igual que
en las líneas 7 y 8 (y yo, muy de presto,
le asía y daba un par de besos callados, y tornábale a su lugar // y dende en
adelante mudó propósito, y asentaba su jarro entre las piernas, y tapábale con
la mano, y así bebía seguro), y en
la 32 (y aunque me quería y regalaba y me curaba); también
encontramos otra en la línea 16, pero en este caso hay asíndeton (Espantábase, maldecíase, daba al diablo)…
Encontramos una perífrasis en la línea 31 y 32 (quise mal al mal ciego) y una interrogación retórica en la
línea 45 (¿Qué te parece, Lázaro?)
Por último, la novela
picaresca se caracteriza por el empleo de la ironía y
el humor. En este breve fragmento podemos captar la ironía sobre todo en
las palabras del ciego (línea 35, “¿Qué
te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te
sana y da salud") y en cuanto al humor, debemos creer que en aquella
época al receptor le provocaría risa la escena en la que sobre la cara de
Lázaro, el ciego deja caer el jarro de vino.