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martes, 12 de noviembre de 2013




TALLER DE CREACIÓN LITERARIA.


El pasado día 22 de octubre de 2013, con motivo del Día de la Biblioteca, se realizó en nuestro centro un Taller de Creación literaria, realizado por el escritor Miguel Ángel Jarquín, en el que han participado alumnos de 3º y 4º de ESO. 




María Mena García, alumna de 4º de ESO, colaboró también en el recital poético celebrado en Don Gome con el siguiente poema:


VEROSIMILITUD

La verosimilitud del ludópata
se basa en lo ingrato
de lo que hacen llamar justo,
en lo falso de la democracia
del momento preciso,
de la instancia del juego
adormecido por la mente
controlada sin prejuicios,
sin monotonía del día a día.
¿Acaso la lucidez llegaría realmente
                                             a través de pensamientos ajenos?
No, todos sabemos que no.
Grito irreal aquel que controla.


María Mena García.





(Miguel Ángel Jarquín y María Mena en el recital)



María Morente Pérez aportó este espléndido poema:


atardecer+silueta.jpg
Sueño de un marinero.


He tenido un sueño,
del que no quería despertar,
guarda silencio, mi océano,
que con sinceridad te lo voy a contar.
Estaba en un solitario acantilado,
mirando el calmado azul
y sonriendo desde el otro lado
apareciste, tan hermosa, tú.
Te acercabas a mí, sincera;
yo, asustado, no encontraba
de actuar siquiera la manera.
Sin saber qué hacer suspiraba, y suspiraba…
Tras tu último paso me vi,
envuelto en un mar de sentimientos sin fin,
envuelto en tu dulce beso,
sabor a espuma y sal.
Ahora, contado el sueño,
déjame hacerlo realidad
dándote un beso,
sabor a hombre y a mar.


¡BUEN TRABAJO, CHICAS!

TAMBIÉN ES DE AGRADECER LA COLABORACIÓN DE  TODOS LOS ALUMNOS QUE HAN PARTICIPADO.

martes, 29 de octubre de 2013



EL MONTE DE LAS ÁNIMAS.
Leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer.

En muchos países el invierno está asociado a la estación más lúgubre y fría. La "muerte" de la Naturaleza (antes del sobre calentamiento del planeta, se iniciaba cuarenta días después del equinoccio de otoño (22 de septiembre), precisamente con el Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre. Se rinde culto a los muertos y estos días (el día 2 es el día de las almas, día de los muertos) se vinculan con la vuelta de sus almas.

El programa de "Historias de Radio Nacional de España" nos cuenta la historia "El monte de las ánimas" de Gustavo Adolfo Bécquer. La Historia es muy propicia para contar el día de la noche de difuntos. Esta historia ocurre en Soria y en aquella ciudad es muy conocida. Es una historia de terror.



martes, 15 de octubre de 2013



EL MESTER DE JUGLARÍA.

En el siguiente enlace podéis consultar una presentación sobre el Mester de Juglaría y el Poema de Mío Cid.
EL MESTER DE CLERECÍA.

BERCEO Y JUAN RUIZ, ARCIPRESTE DE HITA.


También podéis ver el siguiente vídeo:




miércoles, 29 de mayo de 2013

miércoles, 22 de mayo de 2013

COMENTARIO DE TEXTO.

Aventura de los molinos de viento, Don Quijote de la Mancha, Cervantes.





CAPÍTULO VIII

Del buen suceso
1 que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación.

En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran, antes iba diciendo en voces altas:
—Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
—Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.
—¡Válame Dios! —dijo Sancho—. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
—Calla, amigo Sancho —respondió don Quijote—, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
—Dios lo haga como puede —respondió Sancho Panza.
Y, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba. Y, hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero; sino que iba muy pesaroso, por haberle faltado la lanza; y diciéndoselo a su escudero, le dijo:
—Yo me acuerdo haber leído que un caballero español llamado Diego Pérez de Vargas, habiéndosele en una batalla roto la espada, desgajó de una encina un pesado ramo o tronco, y con él hizo tales cosas aquel día y machacó tantos moros, que le quedó por sobrenombre «Machuca», y así él como sus decendientes se llamaron desde aquel día en adelante «Vargas y Machuca». Hete dicho esto porque de la primera encina o roble que se me depare pienso desgajar otro tronco, tal y tan bueno como aquel que me imagino; y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a vellas y a ser testigo de cosas que apenas podrán ser creídas.
—A la mano de Dios —dijo Sancho—. Yo lo creo todo así como vuestra merced lo dice; pero enderécese un poco, que parece que va de medio lado, y debe de ser del molimiento de la caída.
—Así es la verdad —respondió don Quijote—, y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.
—Si eso es así, no tengo yo que replicar —respondió Sancho—; pero sabe Dios si yo me holgara que vuestra merced se quejara cuando alguna cosa le doliera. De mí sé decir que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende también con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse.

lunes, 20 de mayo de 2013

LAZARILLO DE TORMES.

Comentario de texto: "El jarro de vino".







LOCALIZACIÓN

El fragmento que vamos a comentar pertenece a El Lazarillo de Tormes, una novela picaresca anónima publicada en 1554. Nos encontramos, pues, a mediados del siglo XVI, en el periodo conocido como Renacimiento.
Este periodo está caracterizado por el surgimiento de los estados modernos; además, España se convierte en un gran Imperio tras el descubrimiento de América y el nombramiento de Carlos I de España como rey de Alemania convirtiéndose así en Carlos V. Su reinado supuso para España una apertura cultural, intelectual y artística respecto a las corrientes europeas. Pretendía unir todos los pueblos de Europa en un solo reino pero este sueño no lo llevó a cabo principalmente por las dificultades de unir pueblos con distintas ideologías: protestantes y católicos.
La segunda parte de este siglo fue gobernada por Felipe II que defendió el catolicismo y España volvió a verse envuelta en un nuevo aislamiento.
Ideológicamente, en este siglo se termina de afianzar el humanismo que antepone la razón al sentimiento por lo que se separa lo natural de lo sobrenatural. El hombre es el centro del universo y muestra una actitud vitalista frente a la vida.
Surge una corriente nueva, el neoplatonismo, que busca la belleza idealizada de las cosas.  En este sentido el ideal de belleza femenino se relaciona con una belleza física que refleja la belleza interior, mientras que el ideal de hombre es aquél que sabe de armas y de letras. Los autores buscan la perfección a través de una serie de tópicos: locus amoenus, la edad de oro, carpe diem, collige rosas, beatus ille y tempus fugit.

El Renacimiento en España tiene unas características propias. Por un lado, convive lo tradicional con lo moderno, es decir, junto con el octosílabo se emplea el endecasílabo, y junto al villancico y el romance se usa el soneto, la lira o la égloga. En cuanto a la idealización de la realidad, algunos autores españoles reflejan la realidad del momento, es el caso de El Lazarillo de Tormes, dentro de la picaresca.
También es necesario distinguir dos tipos de renacimiento literario: en la primera mitad del siglo se da un renacimiento pagano, humanista e italianizante; en la segunda mitad la literatura vuelve a temáticas religiosas.

En cuanto a la obra a la que pertenece este fragmento que estamos comentando, se trata de la primera novela moderna. Presenta una serie de características que la diferencian de la novela idealista que se escribía en ese momento:
ü  Se muestra la realidad frente al idealismo.
ü  Se refleja la vida cotidiana de una época.
ü  La acción se desarrolla en un lugar y tiempo concreto.
ü  El protagonista evoluciona psicológicamente.

El Lazarillo se publica por primera vez en 1554 (Burgos, Alcalá de Henares y Amberes) y será incluida en el Índice de libros prohibidos de la época. El autor pretendía hacer una crítica de la sociedad, especialmente de la nobleza y del clero. Criticaba también la ausencia de valores morales y religiosos; la hipocresía social: crueles mendigos, curas faltos de caridad y moral; otro grupo social al que pretende poner en entredicho es a los hidalgos venidos a menos, que prefieren morir a trabajar para defender su limpieza de sangre y su honra.

GÉNERO

Se trata de un texto narrativo que pertenece al subgénero de la novela. En este siglo se dan dos tipos de novelas: por un lado novelas idealistas: de caballerías, pastoril, morisca, bizantina; por otro lado surge la novela realista: picaresca.
En las novelas idealistas nos encontraremos con unos personajes planos que no evolucionan con la experiencia; además el ritmo de la acción es lento: la trama principal se interrumpe con otros relatos, poemas o descripciones; reflejan un tiempo indefinido, irreal o mítico; el paisaje que se describe está idealizado y son lugares exóticos o legendarios; por último, el argumento es bastante simple: lances caballerescos, idilios amorosos y aventuras fantásticas.

La novela picaresca presenta una serie de características que la diferencian de la novela idealista y que la convierten en la referencia de la novela realista española de todos los tiempos: se trata de un relato autobiográfico cuyo narrador es el propio protagonista de la historia; la narración sigue un orden cronológico y, como personaje principal nos encontramos con un pícaro, es decir, un ser de clase social baja, casi un delincuente que acaba ascendiendo socialmente y que evoluciona psicológicamente a lo largo de la historia. El protagonista es un vagabundo que se mueve inducido por el hambre; busca la manera de mejorar su vida. Se convierte así en un antihéroe ya que carece de ideales.

CONTENIDO Y TEMA

A lo largo de los siete tratados que forman la novela, Lázaro nos cuenta su miserable vida: hijo de un ladrón y una lavandera, se queda huérfano de padre siendo muy niño. Al no poder mantenerlo, su madre se lo entrega a un ciego que será el primero de sus amos. Con el paso del tiempo servirá a otros muchos amos: un clérigo avariento, un escudero, un fraile de la Merced, un alguacil, etc.; hasta que finalmente se casa con la criada y protegida de un capellán de Toledo que le ayuda a conseguir el "honroso" oficio de pregonero y que le es infiel. La novela termina con la irónica afirmación que el protagonista hace de haber tenido mucha suerte en la vida.
A lo largo de los siete tratados se desarrollan una serie de temas:
n  La realidad social: sistema de valores equivocados. Problemas sociales y económicos. Pobreza y miseria.
n  El hambre: los tres primeros tratados se centran en este tema.
n  La honra: comportamiento social negativo, falsas apariencias (capítulo del escudero)
n  El anticlericalismo: la hipocresía de las prácticas religiosas externas, la crueldad, la falta de caridad, la avaricia, el engaño y la lascivia.

En este fragmento se cuenta un episodio ocurrido cuando Lázaro está al servicio de su primer amo, un ciego. Este trata de averiguar cómo Lázaro se bebe a escondidas el vino de su jarra. Lázaro recurre a una pajita para beber el líquido y hasta llega a hacer en la parte de abajo un agujero que tapa con cera. El ciego sospecha algo y se da cuenta del engaño, así que decide vengarse rompiéndole el jarro en la cara de Lázaro, que se quedó sin dientes desde entonces.

Como se ve, este episodio nos puede servir para comentar tanto la intención del autor como los temas de la obra (principalmente el tema del hambre y la realidad social). La lección brutal del ciego es el primer aviso de lo que le espera a Lázaro: un trato degradante en la vida que le impide convertirse en una persona decente. Por eso el libro, además de ser una crítica contra la iglesia, es una crítica contra una sociedad que humilla a los más débiles y humildes. Esto se ve en el trato que Lázaro recibe de los siete amos a los que sirve (un ciego, un clérigo, un escudero, un fraile, un capellán, un vendedor de bulas, un arcipreste).

ESTRUCTURA

El libro está formado por siete tratados, en el primero se nos muestran las circunstancias personales del protagonista y cómo llega  a manos de su primer amo, el ciego. En el segundo conoce a un clérigo con el que se va  a vivir y al que se verá obligado a robar para poder comer. En el tercero, su amo será un escudero que aparenta un status social que no tiene y que también hará pasar hambre a Lázaro. En el cuarto, acompañará a un fraile. En el quinto, su amo es un buldero que le enseñará cómo se engaña al pueblo analfabeto para obtener un beneficio. En el sexto, caerá en las manos de un capellán con el que ganará una pequeña fortuna y podrá comprarse ropa. Por último, en el séptimo, conocerá a un arcipreste  con cuya criada se casa.

Este fragmento corresponde al primer tratado y está formado por cinco párrafos de distinta dimensión y en donde se combina el diálogo, marcado con guiones o comillas,  con la narración. En los tres primeros párrafos se nos cuenta cómo Lázaro se las ingenia para beberse el vino del Ciego y cómo al final este lo descubre pero no le dice nada. Los dos siguientes tratan de cómo pasados unos días, el ciego se venga de Lázaro dejando caer el jarro de vino sobre su cara. Las dos últimas líneas muestran la gran maldad del Ciego al decirle que aquello que lo enfermó también lo sana.
Si hablamos de la estructura narrativa, el planteamiento corresponde al primer párrafo (l. 1-16) en el que se nos presenta a los personajes y el conflicto (el Ciego se da cuenta de que cada vez hay menos vino); el nudo (l. 17-28) corresponde a los tres siguientes párrafos donde el Ciego descube lo que hace Lázaro y se venga de él. La conclusión la encontramos en los dos últimos párrafos (l. 29-36) en los que se nos dice lo que le sucede a Lázaro tras la venganza del Ciego.

ELEMENTOS DE LA NARRACIÓN

Una vez analizado el contenido del fragmento vamos a comentar los elementos propios  de la narración que en este fragmento se dan. En primer lugar, tenemos al narrador, en este caso es el propio personaje, se trata de un narrador interno protagonista en primera persona que cuenta lo que le pasó con el ciego cuando intentaba beberse el vino de su jarra (l. 2-3, Mas duróme poco, que en los tragos, conocía la falta, y por reservar su vino a salvo…)

Los personajes de este fragmento son Lázaro, el protagonista de la novela, y, como personaje secundario, su primer amo, un ciego que le enseña a ser desconfiado y a agudizar el ingenio para obtener algún provecho. En cuanto a la caracterización, la del ciego se realiza de forma directa, por lo que comenta de él el narrador, y de forma indirecta, a través de lo que dice en el último párrafo (l. 35-36, "¿Qué te parece, Lázaro? Lo  que te enfermó te sana y da salud".); mientras que la caracterización de Lázaro se realiza de forma directa por lo que el narrador, es decir él mismo, dice de él. 
Lázaro es un pícaro ingenioso que engaña y busca la forma de obtener su propio beneficio (l. 4-6: yo con una pajas larga de centeno que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino, lo dejaba a buenas noches; l. 17: No diréis, tío, que os lo bebo yo). 
El Ciego es astuto y no tiene escrúpulos, es un hombre duro que no duda en hacer daño para defender lo suyo (l. 2-4: Mas duróme poco, que en los tragos, conocía la falta, y por reservar su vino a salvo, nunca desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido; l. 18-19: Tantas vueltas y tientos dio al jarro, que halló la fuente y cayó en la burla; l. 24-26: con toda su fuerza,  alzando con dos manos aquel dulce y amargo jarro, le dejo caer  sobre mi boca, ayudándose, como digo, con todo su poder; l. 33-34: Lavóme con vino las roturas que con los pedazos del jarro  me había hecho, y sonriéndose decía:...)

Solo en dos ocasiones se escucha la voz de los personajes a través del estilo directo que viene marcado por guiones o comillas. (l. 17, 35-36).

Hay una única acción, el engaño de Lázaro y descubrimiento por parte del Ciego. La acción es lineal y hay saltos en el tiempo como observamos en la fórmula Y luego otro día (l. 20)

La acción se desarrolla en un espacio real y exterior, suponemos que en el campo o bien a las afueras de la ciudad (l. 11-13, al tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos; l. 27-28, verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me había caído encima). 

En cuanto al tiempo, no se especifica pero sí sabemos que no ocurre en un solo día, por lo menos pasaron tres (l. 20, Y luego otro día).

Por último, distinguiremos entre el receptor externo y el interno. Este último es el narratario, y en esta obra es “Vuesa merced” al que Lázaro cuenta su caso.

LENGUA Y ESTILO

Para terminar este comentario vamos a analizar los aspectos relacionados con el uso de la lengua y el estilo empleado en esta novela.

Lo primero que es de destacar es que a pesar de la importancia que tiene en esta obra el diálogo, apenas lo encontramos en este fragmento, el estilo directo, empleado para que los personajes hablen por sí mismos y no a través del narrador, solo aparece en dos ocasiones, en las líneas 17 y 35.

Se trata de un texto narrativo por lo que abundan los verbos y, en cuanto a su uso, observamos que en el texto se utilizan los diferentes tiempos verbales según la finalidad o intención de lo narrado. Podemos ver que en el primer párrafo se emplea el pretérito imperfecto (línea 1: Usaba, comíamos; línea 4: había; línea 6: dejaba…) para describir las acciones que, el Ciego y Lázaro, realizaban en el pasado de forma habitual; el presente aparece en las partes dialogadas (línea 17, bebo, quitáis; línea 35, parece, sana, da) e indica las acciones que se están realizando en el momento en el que se habla.  En el tercer párrafo se emplea el pretérito perfecto (línea 18: dio, halló, cayó…) ya que se narran acciones terminadas. En el cuarto párrafo se combina el pretérito imperfecto, para indicar lo que hacía Lázaro antes de la venganza del Ciego (línea 20, solía; 21, estaba…), con el pretérito perfecto con el que se narra lo que le hace el Ciego para vengarse (línea 25, dejó; 27, pareció…). En el último párrafo también se mezcla el uso del imperfecto con el pretérito perfecto, este último se emplea en la enumeración de los hechos que le ocurren a Lázaro tras la caída del jarro sobre su cara (línea 29, desatinó, sacó; línea 30, metieron…) y el imperfecto para indicar las acciones que realiza durante algún tiempo el Ciego para curar a Lázaro (línea 32, quería, cuidaba, regalaba…).
Curioso el empleo de la segunda persona del plural que emplea Lázaro para hablar con el Ciego (línea 17, diréis, quitáis). Entendemos que se utiliza como fórmula de cortesía y respeto que se le debía a los mayores.

Otra cuestión a tener en cuenta es el hecho de que el episodio está contado por Lázaro y en todo momento habla en primera persona salvo en el párrafo 4º cuando parece que se distancia de lo que le ocurrió y utiliza la 3ª persona para hablar de sí mismo (de manera que el pobre Lázaro, que de nada de esto se guardaba, antes, como a otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me pareció que el cielo,). No sabemos si ha sido un descuido del autor o bien lo hizo a propósito para mostrar ese distanciamiento de los hechos que se produjeron quizá por el dolor que aún le causaba cuando lo contaba.

Observamos que para llamar a su primer amo, Lázaro no emplea un nombre propio sino que se refiere a él como “ciego”, quizá con ello el autor lo que pretende no es individualizar al personaje sino representar a toda una colectividad que actuaban de la misma forma y así llevar a cabo su crítica social.

También llama la atención el uso del sustantivo tío (línea 17) para referirse al ciego, palabra que ha modificado su significado a lo largo de los siglos pero que parece que ya en este siglo se empleaba para dirigirse a personas conocidas. Por último, encontramos el empleo de vocativos como en la línea 35 (¿Qué te parece, Lázaro?)

Abunda el uso de adjetivos explicativos antepuestos al sustantivo como en la línea 13, pobrecilla lumbre; línea 15, maldita la gota; línea 22, dulces tragos; línea 23, sabroso licor; línea 25, dulce y amargo jarro; línea 32, mal ciego.

Sobre la sintaxis, podemos decir que nos encontramos con enunciados muy extensos donde se emplean tanto oraciones subordinadas como coordinadas, lo que en ocasiones puede dificultar la comprensión del texto. Apreciamos el uso de estructuras propias del siglo XVI como el empleo del verbo haber por tener (línea 12, fingiendo haber frío) o el empleo del pronombre con función de CD o CI detrás del verbo (duróme, tornábale, tapábale, espantábase, Lavóme,..); también expresiones como muy de presto (rápido), tornábale (volver a dejar), acordé en el suelo del jarro hacerle (pensé hacer …), el daño que me estaba aparejado (que me esperaba), de todo su poder (fuerza)…; otras construcciones que a nosotros nos llaman la atención son: en los tragos conocía la falta (líneas 2 y 3), no me aprovechaba ni valía (líneas 9 y 10); tomar de mí venganza (línea 24)…

Una de las características de la picaresca es el empleo de un lenguaje sencillo y llano que refleja la forma de hablar del pueblo, en este fragmento lo podemos comprobar si tenemos en cuenta el uso abundante de la derivación de carácter apreciativo a través de la sufijación: línea 1, jarrillo; línea 10, fuentecilla; línea 13, pobrecilla; línea 29, golpecillo, jarrazo. Además, también encontramos sustantivos de uso coloquial como en la línea 18 tientos, línea 15: pobreto; y expresiones del tipo moría por él (línea 9), lo dejaba a buenas noches (línea 6), asentaba su jarro entre las piernas (línea 7 y 8), maldita la gota que se perdía (línea 15), y el jarrazo tan grande (línea 29) También se puede considerar rasgo coloquial la mención al diablo que se hace en la línea 16 (Espantábase, maldecíase, daba al diablo) Otro rasgo de coloquialismo es el abundante polisíndeton que a lo largo del texto encontramos (líneas 7, 8, 10, 32…)

Como podemos observar se trata de una literatura sin muchos artificios aunque sí podemos encontrar algunas metáforas como en la línea 2, besos callados (sorbos), línea 6, en la boca del jarro (parte abierta por donde se bebe). Comparaciones como en la línea 4, que así atrajese a sí como; línea 19, disimuló como si no lo hubiese sentido. Encontramos una antítesis en la línea 25, dulce y amargo jarro; línea 35, lo que te enfermó te sana y da salud. Hay frecuentes enumeraciones de acciones como en las líneas 1 y 2 donde también se emplea el polisíndeton al igual que en las líneas 7 y 8 (y yo, muy de presto, le asía y daba un par de besos callados, y tornábale a su lugar // y dende en adelante mudó propósito, y asentaba su jarro entre las piernas, y tapábale con la mano, y así bebía seguro),  y en la 32 (y aunque me quería y  regalaba y me curaba); también encontramos otra en la línea 16, pero en este caso hay asíndeton (Espantábase, maldecíase, daba al diablo)… Encontramos una perífrasis en la línea 31 y 32 (quise mal al mal ciego) y una interrogación retórica en la línea 45 (¿Qué te parece, Lázaro?)

Por último, la novela picaresca se caracteriza por el empleo de la ironía y el humor. En este breve fragmento podemos captar la ironía sobre todo en las palabras del ciego (línea 35, “¿Qué te parece, Lázaro? Lo  que te enfermó te sana y da salud") y en cuanto al humor, debemos creer que en aquella época al receptor le provocaría risa la escena en la que sobre la cara de Lázaro, el ciego deja caer el jarro de vino.